"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", Juan Carlos Aragón Becerra

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Yo soy como la luciérnaga

"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", parafraseando a Juan Carlos Aragón, intento definirme. Necesito la noche, sin más, durmiendo, desvelada o tan despierta que mis sentidos estén al cien por cien, más que en una clase de lingüística.
Necesito una noche que, no necesariamente, tiene que ser de alcohol, bailes, dolor de pies, colas en el baño,  risas y sexo (cuando se puede). Aunque he de reconocer que esas noches se computan con cuenta gotas, son una de entre cien; pero quedan en la memoria para toda la vida, como si cada una de ellas fuese única, hija de una madre distinta.
Entre las noches que necesito también tienen lugar las noches de insomnio; de desvelo; de besos callados en el asiento trasero de un coche; de coplas y guitarras hasta el amanecer en buena compañía; de risas y fría sentada en un duro banco de piedra; de miradas cómplices y furtivas que no llegan a nada; o, incluso, de una lectura seductora que no invita al sueño.

Durante la noche, como la luciérnaga, es cuando: vivo, bebo, sueño, duermo, hablo, callo, canto, beso, amo, odio, leo, escribo, deseo… y brillo, sin más luz que la de mi compañera, la luna.


Luciérnaga



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