"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", Juan Carlos Aragón Becerra

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Por qué te crees mejor que yo?

“¿Por qué te crees mejor que yo? “ Menuda pregunta, válida para cualquier titular de prensa. Puede referirse a cualquier situación: racismo, violencia de género, estatus social o económico… Cualquier ámbito nos sirve para formular esta cuestión. Y es que a menudo, en el día a día, nos encontramos con gente que se cree por encima de la media sólo por conducir un Audi o por llevar unos pantalones por los que han pagado más de cien euros.  Quizás existan otros motivos por los que debemos considerarnos superiores a nuestros “iguales”, como por ejemplo ser especialista, evidentemente con un título homologado, en cualquier rama. Pero ni siquiera ese es motivo suficiente para sentirnos superiores; y no lo digo porque yo aún no haya conseguido  terminar mi carrera y colgar en un precioso marco mi título. Lo digo porque creo que es absurdo creer que cinco años de Facultad pueden darnos la autoridad para ser especiales, reconocidos y alabados por donde quiera que vayamos.
La gran mayoría de los expertos no poseen cuadros colgados en un despacho, ni precisan de los mismos porque su reconocimiento reside en cada uno de los buenos actos que han realizado; en los cientos de sonrisas que han podido sonsacar de una persona triste; y, sobre todo, en la carga de experiencias que llevan sobre sus espaldas. El verdadero licenciado es aquel que sabe que con serlo puede enseñar a otro y complementar su formación con lo que ese otro pueda enseñarle. El licenciado por antonomasia, no necesita que su madre ponga un cuadro enorme en el salón presumiendo de que su hijo es tal cosa. Un licenciado, lo es por méritos propios, sí; pero también porque la vida ha sido más justa con él que con otros que sólo pueden demostrar su valía en una materia en sus fueros internos.

¿Qué concluyo de mi pregunta inicial? Algo muy sencillo:
No quiero ser mirada por encima del hombro de nadie, porque no soy menos que nadie, al igual que tampoco soy más que ninguno de los que me rodean. No consentiré que mi madre diga en ningún sitio que debo ser escuchada, por encima de todas las voces, porque tengo una carrera. Y sobre todo, y por encima de cualquier cosa, prefiero mil veces no acabar mi carrera que acabar siendo una déspota cuya única pretensión es la de ser alabada por encima de todo. Yo quiero ser reconocida, querida y sentirme realizada por un título que comencé a sacarme hace veinticuatros años, el título de BUENA persona.


Luciérnaga