"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", Juan Carlos Aragón Becerra

miércoles, 5 de enero de 2011

Volver a ilusionarme en una noche mágica

Esta mañana me levanté pensando en que no me apetecía en absoluto coger el coche para ir a comprar los regalos de última hora (es decir todos). Y cuando llegué al centro y me encontré con el bullicio y el ansia consumista de todos los que caminaban sin sentido, por la calle, sentencié este cinco de enero como uno de los peores de mis veintitrés primaveras. Compré y ayudé a elegir todo lo que necesitaba, en una mañana interminable de tiendas y más tiendas. Me preguntaron qué había pedido a los reyes y contesté que nada, porque así ha sido. Regresé a casa, comí, ayudé en las tareas y mi tarde ha sido como otra cualquiera. Cuando cerca de las siete me decidí a encender la tele sólo había cabalgatas, caramelos, paraguas abiertos, niños gritando, música y barbas postizas. La apagué. Continué mi tarde con otra actividad consumista de estos días: la lotería. Me quedaban algunos décimos de la hermandad por repartir y tenía que dejarlo hecho.

De vuelta a casa, la calle estaba vacía de coches, parecía otra. Sus majestades los reyes de Oriente lo tenían todo preparado para su llegada.  En el salón estaban mi hermana y dos de sus amigos, charlando, bebiendo (cómo no) y haciendo hora para ver pasar la cabalgata por vez primera en nuestra recién estrenada casa; quizás sea eso lo único me ilusionaba hoy. Al rato aparecieron un amigo y sus hijas para esperar a los reyes.

 Desde ese preciso instante mi actitud cambió. Esas tres pequeñajas fueron despertando en mí el nerviosismo que no tenía desde hace tiempo. Preparamos una cena que después se quedó en la mesa y que nos comimos fría y tarde, puesto que al escuchar las primeras notas todos nos levantamos en estampida, detrás de las niñas, para salir al porche. Una vez fuera todo han sido nervios, risas, bailes, gritos; pero para mí lo más importante era ver las caritas de ilusión que tenía delante; a las que una sonrisa asomaba cada vez que conseguían un puñado de caramelos. 

Ya sólo faltaba Baltasar, el último, el que todos olvidan pero, también, el más querido. Ha llegado entre música, como no podía ser de otro modo, y con una lluvia de caramelos (hasta las bolsas enteras han caído) que casi no nos dejaba ver su gran sonrisa. Sí, sonreía, me ha sonreído a mí. Ha sido una sonrisa cómplice con la que me ha recordado que es el último pero siempre llega, que lo bueno se hace esperar; y que, a pesar de no haber sido todo lo buena que él hubiera querido, me traerá algo más que carbón. Lo he seguido con la mirada, casi he caminado tras de él porque quería grabar a fuego esa imagen en mi memoria. 

Más tarde, hace menos de media hora, un amigo (un gran amigo) me mandaba un sms deseándome que Baltasar cumpla todas mis ilusiones. Y bien sabe él que me ha cumplido muchas, más de las que yo hubiese imaginado. Ahora comprendo por qué esta tarde, en la tele, todos los reporteros repetían que esta sería una noche mágica.


Luciérnaga

3 comentarios:

  1. La ilusión ni se crea ni se destruye, sólo se transforma...

    O ¿eso era la Energía? En realidad, creo que para esto también puede valer.

    La ilusión está latente en nuestra vida, sólo hay que dar en la tecla adecuada para activarla, es como ese interruptor que pulsamos por casualidad en una habitación sin luz.

    Cuando pensamos haber perdido la ilusión por algo concreto, en realidad no la hemos perdido, sólo inconscientemente hemos activado el "Stand By" y este se mantiene hasta que llega un momento en que algo o alguien que te devuelve al estado "On".

    Por eso, aprovecho para agradecer a aquellas personas que desactivaron mi salvapantalla para que pudiese seguir usando mi pc.

    Un saludo desde Museos Capitolinos.

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  2. Qué tecnológico te ha quedado todo. Espero que los Reyes se hayan portado bien contigo y te hayan regalado algo que se enchufe a la luz.

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  3. Ni te imaginas lo que cambia una Navidad, o una noche de Reyes, cuanto tienes pequeñajos a tu alrededor.

    Y sabes que hablo con fundamento. Yo que siempre he ODIADO estas fechas, porque me faltaba la que más quería, desde que nació la peque no las cambio por nada.

    Ni te imaginas, o si, lo que me alegro de que Baltasar te regalara esa sonrisa, y te hiciese despertar, ahora a tí te toca lo dificil, conservar esa ilusión hasta la sonrisa del año que viene.

    Besos

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