"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", Juan Carlos Aragón Becerra

jueves, 15 de diciembre de 2011

Mi cajón rebelde

Echando un vistazo a mi disco duro, guardado en el cajón de los desastres, he encontrado una joyita de hace seis años nada menos. Así que, si alguno de los que os asomáis por mi rincón de vez en cuando, encontráis mis letras algo más torpes de los que es habitual en mí, no os asustéis; se trata de la inexperiencia y la rebeldía propia de la juventud.
Espero que, al menos, reflexionéis en cuanto a todo lo que conlleva el texto: el tema, su profundidad, la forma y el estado de ánimo desde el que está escrito, etc. No sé por qué, pero siento la apremiante necesidad de publicarlo. 



                                        ¡ NO VOY A  HABLAR !     



   Hoy, en una tertulia de sobremesa, me han tachado de no saber hablar. Y no digo que no, pues aún estudiando el modo y el uso de las letras, soy una conversadora un tanto exacerbada que se siente amenazada con cualquier comentario dirigido hacia sus ideales. Pero tengo a mi favor el hecho de que al no saber hablar o conversar, quizás Dios quiso otorgarme el don de la escritura, con la que Él consideraría (me atrevo a aventurar) que una servidora podría defenderse de todo tipo de acusaciones o, como en muchas ocasiones, de expresar lo que siento. Pues como bien digo, voy a hacer uso de este preciado don, que a mi parecer me caracteriza, alegando todo lo que no he podido o no se me ha permitido alegar no hace mucho:

   En primer lugar, ninguno de los que vivimos en este siglo XXI de la ciencia y de la “contranatura”, sabemos cuál de nuestros allegados nos sorprenderá con la noticia de que es homosexual. Por este motivo no podemos precipitarnos en nuestras opiniones sea cuál sea nuestra ideología, tanto política como religiosa. Quién sabe si el día de mañana un hijo nos confesará su amor por otro hombre, o una hija lo hará del mismo modo por una mujer; y creo, que ningún padre, por poco que entienda la situación, con dos dedos de frente y sobretodo con amor hacia sus hijos, los dejará en la estacada como si de trastos inútiles o no deseados se tratase.
Ya no sólo hablando de padres e hijos, también en el ámbito de la amistad reflexiono sobre la reacción, más aún cuando en este campo me toca de lleno y puedo opinar.
Yo, como persona de izquierdas, defiendo la unión entre personas del mismo sexo y comprendo que se quieran y que deseen pasar el resto de sus vidas juntos; por otro lado, como cualquier pareja heterosexual, entiendo que se separen al descubrir sus diferencias. A mi parecer, son personas normales, que desean y que ahora tienen la oportunidad de hacer una vida normal, sin que nadie pueda mirarlos por encima del hombro cuando van paseando por la calle cogidos de la mano.

   No soy persona que demuestre con facilidad sus sentimientos y no me gusta ir cogida de la cintura de mi pareja mientras camino; pero respeto a todo aquel que lo hace, indiferentemente de su condición sexual. No obstante, detesto el comportamiento de algunas parejas que, no sé si queriendo o no, alteran el orden público o al menos escandalizan a personas mayores o niños. Bien sabemos todos que en la calle los niños corren el riesgo de aprender lo que los padres evitan a toda costa que aprendan; y no es todo el problema que un niño vea a dos mujeres besándose. Los padres muchas veces usan la televisión como niñera, y es ahí donde nuestros niños toman un ejemplo que siguen al pie de la letra. Y quizás les haga más daño, en sus mentes aún no desarrolladas por completo, ver como un hombre mata sin piedad a otro; que la imagen de dos hombres besándose.

   En cuanto a uno de mis contertulios, el cual comentaba con mucha convicción, por cierto, y cito palabras textuales, que ”los maricones están todos enfermos”, espero pacientemente a que me recomiende el libro o el tema en el que aparece dicha enfermedad, tratada y estudiada en todas la facultades de Psicología (supongo).

   Aún no entiendo como una persona de veintitantos años puede mantener y defender, hoy en día, que ser homosexual es algo anormal, y que no vea con buenos ojos que a los niños se les hable de esto para que puedan comprenderlo todo mejor; cuando tan solo con el hecho de hablarlo podríamos empezar a crear una sociedad más abierta y comprensiva.  Por culpa de estas mentes retrogradas, nuestra sociedad sigue sin avanzar y muchos  adolescentes, y no tan adolescentes, se sienten acorralados en el rincón de un recreo o pandilla, llamado comúnmente “armario”.




  Luciérnaga                                                                      6 Diciembre de 2005

2 comentarios:

  1. Hace 6 años quizá me hubiera callado, pues seguro me hubiera pillado más liado que la pata un romano. Pero es que hoy tengo un ratito aquí para discutir, sin acoloro, contigo. Y con letras, que tan bien se te dan. Enhorabuena.

    En mi modesta opiniónn, hace 6 años, tenías la mente un poco atolondrada. Tranquila, yo la tengo hoy mismo. Decir que al ser persona de izquierdas, consideras normal la pareja entre dos personas del mismo sexo, es una innecesaria justificación política, a algo que realmente es un problema social. Seamos serios, es un problema, no el que haya gente homosexual, sino que no sepamos como tratar el tema sin llamar facha al que los considera enfermos.

    Yo, que dejé de creer en la política hace ya mucho (y más aún en la democracía), no concibo que una persona no pueda ser libre de pensamiento ajeno a los ideales de un partido. Igual pasa con la iglesia. Hoy en día, el más tolerante de los tolerantes, tachará a un cura de maricón por el mero hecho de que su santa inquisidora doctrina dictamina que el amor entre hombres es pecado, y los mismos que llamaríamos retrógrados a la jerarquía eclesiastica, seríamos los que señalaríamos con el dedo a un pobre hombre, que su único pecado es amar a otro hombre, no predicando así la doctrina que le imponen y a la que sigue aferrada por otras singulares razones. Igual pasa en la política; no hay que tener en cuenta el pensamiento de las corrientes porque acabaremos aceptando cosas que jamás aceptaríamos.

    Entonces, me hubiera encantado leerte decir: Yo acepto a los homosexuales por que soy libre de pensamiento, y en mi justo pensamiento, creo que el amor entre dos personas del mismo sexo es tan grande y bello como lo podría ser el heterosexual. Pero no metas a la política en medio de esto, que ese es el gran fallo que se comete. Ni todos los de derechas son unos retrógrados, ni todos los de izquierdas son unos progresistas. Y yo, que no soy de nadie, también tengo mi pensamiento.

    Respecto a las personas que quieren ver una enfermedad en los homosexuales, es que son incapaces de comprender que el hombre ya evolucionó del mono y no todo es nacer, crecer, reproducirse y morir, y seguimos enganchando a un árbol en donde, un mero acto de homosexualidad se resolvería a golpe limpio. Si es que lo hubiere, que lo dudo.

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    1. Hola Ángel, es todo un placer que hayas pasado por aquí y sobre todo que compartas conmigo esta reflexión.

      Verás, llevas razón en todo lo que dices y no porque yo desee dártela como a los locos, sino porque esa "necesidad apremiante" de publicar esta entrada no es más que una reflexión sobre mi evolución. Ya no sólo en cuanto al estilo y la redacción que, por supuesto, dejan mucho que desear, sino la evolución propia de mis pensamientos, ideales, etc.

      Hace seis años, presumir de tendencias izquierdistas era para mi un lujo; es más presumía de ser firme en varias facetas enfrentadas, solo por el hecho de creer poder combinarlas. Hoy, sé que nunca las he combinado tal y como son, porque es imposible hacerlo. Creo que, como tú bien dices, he dejado de creer en la política; al menos en el ideal político que había fraguado en mi cabeza. Ahora, si tengo que creer en algo, lo hago en mis valores, en mi libertad de pensamiento, en los ideales, libres de política, que puedo formar en mi cabeza...

      Puedo asegurarte que si esta sobremesa tuviese lugar hoy, probablemente lo que escribiría no sería este ataque; que por otro lado representa una "escopeta sin seguro" porque yo lo era en ese momento.


      Gracias por pasar por aquí y espero que lo hagas muchas más veces.

      Un saludo

      Luciérnaga

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