"Yo soy como la luciérnaga que necesita la noche para brillar y vivir", Juan Carlos Aragón Becerra

sábado, 30 de marzo de 2013

El tiempo entre costuras

Andar por la vida, caminar con paso firme, pensando que cada día puede ser el último; que cada instante, cuestión de segundos, conforma el regalo más preciado qe Dios puede regalarnos. Y todo, no dando puntada sin hilo como la buena y experimentada artesana de la aguja, que lleva a cabo preciosos brocados que permanacen en la retina de quienes bien la quisieron. Una mujer  tenaz, llena de esperanza la cual cantaba y reía, quizás para sobrellevar mejor sus penas.

No todas las puntadas han de ser visibles, al ojo humano, en un retal de tela. Hubo quien bordaba, vivía, aprovechando los momentos más sencillos y humildes que la vida nos ofrece; que no son más que breves paradas en cualquier esquina para charlar con un vecino de lo que podamos tener en común , y, siempre, acabar hablando de Dios.

Quizás, hubo alguien que aún no había aprendido el bello arte de la costura. Probablemente tan sólo supiera hilvanar siguiendo un patrón determinado; y, con total seguridad, alguna costurera más precisa hiciera rehacer esas puntadas jóvenes e inexpertas.

Todos, experta, parlanchín o joven, han dejado sus costuras palpables a nuestros sentidos, firmes en nuestra fe. Por ello, cada uno de nosotros lo demuestra, a su manera, viviendo cada instante como si fuese el último.

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